La situación tan extraordinaria provocada por el COVID19 ha desvelado un comportamiento ejemplar, responsable y dedicado de colectivos profesionales directamente implicados en la contención de la pandemia, en el abastecimiento de los servicios esenciales y en nuestra guarda y seguridad. Su sentido de la responsabilidad individual está generando resultados colectivos extraordinarios, además de mostrar un altísimo nivel de compromiso con los ciudadanos. Todos ellos con una gran voluntad de sacrificio y poniendo en riesgo su salud, al servicio del bien mayor.
Esto me lleva a una primera reflexión: si este comportamiento se da de forma natural en una situación excepcional bajo una presión extraordinaria, y emerge de forma voluntaria; parece obvio que todo lo que necesitamos para ser productivos y ricos ya lo tenemos. Me refiero, claro está, al ejercicio de la responsabilidad individual, como citaba en un artículo anterior ¿Qué es la responsabilidad individual? reconociendo el ejemplar comportamiento de la inmensa mayoría de los ciudadanos que aceptan con entereza y deportividad las duras condiciones del confinamiento.
En estas circunstancias, de una naturaleza extraordinaria y cruenta, somos capaces de ofrecer nuestra mejor versión, de forma generosa, entregada y comprometida. Esa misma naturaleza llevada después a todas las esferas de la actividad económica y con el mismo nivel de compromiso, presencia y atención, deberían bastar para que nuestra recuperación económica y social fuera más rápida, menos traumática. Las predicciones de los más agoreros respecto de lo mucho que va a costar salir de esta, las podemos pulverizar si tan solo nos aplicamos en la fase de lenta incorporación a nuestras actividades con las mismas actitudes que podemos observar en reponedores, doctoras, limpiadores, investigadoras, policías, militares, transportistas o gasolineros.
Basándome en el trabajo de Paulo Vieira, he traído seis comportamientos reactivos, frecuentes en la interacción humana en miles de empresas y responsables directos de los bajos niveles de productividad. Y ofrecer un antídoto, que no es otro que el de soltar ese comportamiento, dejar de hacerlo. Cuando nos las hemos visto tiesas, hemos aparcado nuestras insignificantes diferencias y solo con ese aparcar hemos desplegado un abanico de recursos asombroso. Es decir, lo que necesitamos tener ya lo tenemos. Solo nos basta con reconocer nuestros patrones más limitantes, interiorizarlos, reconocerlos, para después abandonarlos de forma consciente y deliberada, y renacer de ese patrón reactivo a uno creativo que nos traiga los resultados que queremos.
Las drásticas necesidades de atención a los afectados y enfermos por el COVID19, así como la necesidad de asegurar los servicios básicos a una población confinada, han dado al traste con muchos de estos comportamientos, responsables de esas culturas organizacionales improductivas. La necesidad, la urgencia y, por qué no decirlo, el miedo, han hecho desplegar en mucha gente su mayor potencial y su mejor versión. La mejora competencial se ha visto incrementada a partir de la omisión de un comportamiento limitante.
Seis claves para entrenar la responsabilidad individual
Primera Clave.
Comportamiento reactivo: Criticar.
Cuando tengo el impulso de buscar a quien quiera escucharme cómo critico a compañeros, jefes, colaboradores, proveedores. Cuando me detengo en conversaciones de café o de pasillo para hablar de otros a sus espaldas. Cuando utilizo el tiempo de otros para descargar mi frustración en una conversación banal y destructiva. Cuando simplemente me observe hablando de alguien a sus espaldas debo ser consciente de que eso habla mal de mí a todo el que me escucha.
Comportamiento creativo: Ofrecer feedback.
La crítica, cuando es proactiva y se dirige a la persona, es una actitud honorable y deseable. Eso es feedback; cuando el objetivo de la crítica es aportar y mejorar la vida de aquel a quien se la dirijo. Y hay otro comportamiento deseable que puedo ejercer antes de hablar de alguien a sus espaldas: los famosos filtros de Sócrates, ligeramente modificados a primera persona como entrenamiento de la responsabilidad individual:
- ¿Estoy absolutamente seguro de que lo que voy a contar es cierto?
- ¿Lo que voy a decir es bueno para alguien?
- ¿Va a servir de algo lo que quiera decir?
Y reconoceré en esas preguntas los filtros de la verdad, la bondad y la utilidad.
Si lo que voy a decir no es cierto, ni bueno, ni útil ¿para qué querría contarlo?
Segunda Clave
Comportamiento reactivo: Reclamar, protestar.
Cuando sólo veo los problemas, cuando sólo los voceo, los escupo, los denuncio, pero ahí queda todo mi esfuerzo, y no ofrezco ni opciones ni soluciones. Cuando me quedo en esa voz resentida que clama contra la supuesta incompetencia de otros preguntándome quién es el inútil que dirige esto. Cuando clamo escandalizado, pero no hago nada, no ofrezco nada. Cuando me quedo en esa falsa sensación de responsabilidad que me produce la queja sin propósito.
Comportamiento creativo: Sugerir, ofrecer, responder.
Debo ofrecer y demostrar mi competencia por encima de la supuesta “incompetencia” de otros. Si no sé qué ofrecer, me callo. Si tengo alternativas las ofrezco. Más allá de si son escuchadas o no. Si me siento responsable, y me pagan por ello, señalo lo que no funciona y ofrezco opciones y alternativas. Es para lo que me pagan. No para que haga tareas, sino para dar soluciones. Es lo que hacen los sanitarios, por citar un caso, cuando no les llegan los materiales, se hacen sus propias batas y mascarillas. No es la solución ideal, pero es la mejor opción en ese momento. Ese es el verdadero sentido de la responsabilidad individual. Así puedo protestar y denunciar, pero respondo.
Tercera clave
Comportamiento reactivo: Buscar culpables.
Cuando tengo claro quién tiene la culpa, y nunca soy yo. Si tengo claro quién tiene la culpa y nunca soy yo ¿cómo es que no estoy en la cúspide de la cadena trófica? ¿Cómo es que no soy el presidente, el CEO o el director general? Si sólo señalo a otros y sigo donde siempre ¿qué dice eso de mí? Estoy utilizando el recurso clásico del incompetente, estoy siendo el experto de cafetería, el entrenador de barra de bar que todo lo sabe, pero que no se mueve de donde está.
Comportamiento creativo: Buscar soluciones.
¿Qué tal si me atrevo? ¿Qué tal si asumo mi responsabilidad en los resultados? ¿Qué tal si lo que ocurre tiene algo que decirme? ¿Qué tal si salgo de mi zona de comodidad? ¿Qué tal si dejo de poner el foco en los demás y lo pongo en mí?
Cuarta clave
Comportamiento reactivo: Hacerme la víctima.
Nadie me comprende. Me dejo la vida, me dejo el alma. Y nadie se da cuenta, nadie lo ve. ¡Qué pena! Cuando me dejo caer en esa triste autocomplacencia creyendo que me dejo la vida por los demás, por la empresa, por mi pareja, por mis hijos. Pero lo cierto es que nunca se me ha ocurrido preguntar a los demás qué esperan de mí. ¿No será, tal vez, que vivir una vida llena de agobios, a la carrera, sin resuello, es la forma que tengo de huir de mí mismo?
Comportamiento creativo: Dirigir mi vida.
Las personas de éxito marcan su agenda por encima de sus circunstancias. Hay gente como yo con el mismo nivel de responsabilidades profesionales, familiares, sociales, económicas, que llegan a todo y lo hacen con un espíritu sosegado y constructivo. Es un problema de cómo me relaciono con las responsabilidades. Es lo que diferencia dirigirme de dejarme llevar. Esto va de coger mi vida por las orejas, asumir mi realidad, y reconstruirla con amor y dirección. Es pasar de un encogimiento de hombros a un arquear el pecho. Sí tan sólo lo hiciera físicamente, ya pasarían cosas.
Quinta clave
Comportamiento reactivo: Justificar mis errores.
Esto es lo que más me aboca a la mediocridad y a los peores resultados. La necesidad de justificarme, de excusar los errores. De explicar cada error como una concatenación de circunstancias sobre las que no tenía responsabilidad alguna. Es la antesala de una vida sin sentido ni propósito. Es la pérdida continua de conocimiento y posibilidades de desarrollo.
Comportamiento creativo: Aprender de ellos.
Nunca he visto a alguien de éxito justificar y excusarse de sus errores. No puedo imaginar a personas de éxito dando excusas porque nunca lo hacen. Los verdaderos líderes asumen y se responsabilizan de sus errores. Observan, aprenden y convierten sus errores y fracasos en nuevo conocimiento que, aplicado, se convierte en sabiduría. Las personas responsables no se justifican. Nuestro éxito se mide por nuestra capacidad de aprender de lo que hacemos y experimentamos. Aceptando lo errores como la magnífica oportunidad de aprendizaje que son.
Sexta clave
Comportamiento reactivo: Juzgar a los demás.
Claro, si soy de perfil cotilla-criticón, Y nada de lo que me sucede tiene que ver conmigo ¿Qué me queda? Vapulear a todo quisqui. Juzgar y prejuzgar. Sembrar cizaña, soltar perlas de los demás a terceros sin darme cuenta de que los terceros no compartirán contigo ni las sobras porque saben que les pondré de hoja perejil en cuanto se den la vuelta.
Comportamiento creativo: Evaluar tus propias actitudes.
Mirarme a mí mismo. Hacer un viaje interior y descubrir que tengo mucho margen para la mejora. Esto va de ocuparme de mi desarrollo, de mi formación, de mi carrera y dejar en paz a los demás.
Conclusiones:
Tomando estas pequeñas admoniciones en cuenta, pienso en lo siguiente.
¿Cómo creo que será mi futuro si sigo trabajando, gestionando y viviendo como hasta ahora?
Atreverme a reconocer mi estado actual, es la primera puerta al cambio. Empezar por conocerme y reconocerme. Soy humano, puedo cambiar. Los seres humanos lo llevan haciendo miles de años.
No puedo controlar los eventos y avatares que vienen a mi vida. No puedo controlar el viento ni las tormentas. Pero soy una persona con recursos, y puedo utilizar el viento para empujar las velas. Soy mi capitán, y estoy al mando de mí mismo.
En cuanto deje de culpar a los demás, a las circunstancias o al sistema, de las cosas que me pasan, tendré muchas posibilidades de alcanzar una vida con sentido. Tengo consciencia, tengo la capacidad de ser responsable, puedo imaginar el futuro y tengo recursos personales. Esta experiencia del COVID19 lo está demostrando día a días en miles y miles de seres humanos maravillosos.
Es hora de cambiar el chip.
© François Pérez Ayrault 2020