El 24 de junio de 1995 se produjo una comunión racial sin precedentes en la historia del mundo. 43 millones de sudafricanos, negros y blancos vivían esa jornada con la atención y la intención puesta en una única idea: ganar el campeonato mundial de rugby a la todopoderosa Nueva Zelanda de Jonah Lomu, los míticos All Blacks.
Liberado Mandela en 1992 y elegido presidente en 1994, vio en el mundial de rugby la oportunidad de alcanzar un objetivo que antaño se antojaba imposible: unir y hacer convivir en una paz duradera a dos enemigos irreconciliables: la mayoría negra que le había votado, a su vez, muy dividida y una minoría blanca profundamente recelosa y temerosa.
Los 62.000 espectadores explotaron de júbilo con la victoria ante Nueva Zelanda. Aclamaron a Mandela, elegido presidente hacia poco más de un año, cuando entró en el estadio Ellis Park, vestido con la camiseta verde del equipo, para entregar la copa del mundo al capitán de los Springboks, François Pienaar.
En 1995, Mandela seguía siendo odiado por la comunidad blanca quien le consideraba un terrorista por su apoyo a la lucha armada, mientras que la mayoría negra sentía un profundo odio hacia los Springboks, el equipo nacional de rugby, considerado un símbolo del apartheid.
Mandela consiguió unir a un país polarizado por la división racial más que ningún otro en el mundo.
Como señala John Carlin en “El factor humano”: Ningún otro país había hecho la transición de la tiranía a la democracia mejor ni con más compasión. En un país en el que la mayoría negra debería haber exigido venganza y, siguiendo el ejemplo de Mandela, dio al mundo una ejemplar lección de inteligencia y capacidad de perdonar.
Muchos años antes, condenado a cadena perpetua, y cumpliendo su condena en una celda de 2,5 por 2,1 metros y una pequeña ventana de 30 cms², Mandela apreció que la conquista por la libertad comenzaría en aquella estrecha celda. Y se propuso, desde la cárcel, ganarse a su brutal enemigo para su causa sin importar el tiempo que hubiera de transcurrir.
Mandela tuvo el propósito y la visión de ver una Sudáfrica democrática, con todas las condiciones en contra: sentenciado a cadena perpetua, encarcelado y con la minoría dominante blanca que deseaba verlo muerto. No olvidemos que Mandela formó el brazo armado (terrorismo) del CNA y fue juzgado y condenado por ello.
He aquí una poderosa lección para los líderes en una competencia tan sensible como es el propósito y la visión.
Mandela expresa la enorme importancia de su propósito a través de la comprensión de su realidad. No se trata de obtener un objetivo a cualquier precio. El porqué, lo es todo. Ahí radica la enorme diferencia entre quienes querían ver una Sudáfrica democrática y en paz, frente a las tendencias más reactivas de quienes querían una confrontación a través de la venganza. Mandela no dudó, en las circunstancias más adversas, de que el camino era crear puentes y ganarse el respeto y aprecio de un gobierno que le odiaba. Y tenía que hacerlo desde una realidad determinada por una condena a perpetuidad y desde la prisión.
Mandela utilizó los recursos a su alcance para crear las condiciones y alcanzar sus objetivos. Aprendió afrikáner, la lengua de los blancos odiada hasta por él mismo. Utilizó su talento, sus modales exquisitos y su habilidad como anfitrión para tratar a sus carceleros hasta ganarse su respeto y confianza. Y comprendió que lo mismo debía servir para negociar con el gobierno del apartheid. Estudió la historia de los afrikáners hasta que comprendió que ellos se sentían tan africanos como lo podía ser Mandela, así que todo pasaba por la inclusión y no la exclusión. Estudió, leyó y se formó con el único objetivo de servir a su causa, y batalló internamente ante una dividida comunidad negra para que, asimismo, se sumara a su causa. Puso la intención en su momento presente, en lo que podía hacer cada día sin perder nunca, por más duras que fueran sus condiciones de vida en la cárcel, su visión.
Conectado con su propósito y con su visión, inició su proceso resistiendo las constantes invitaciones que la vida le ofrecía para abandonar, desde las condiciones de vida en la cárcel, a la política del apartheid de sojuzgar con represión y violencia a su pueblo. Incluso en momentos extremadamente críticos en los que podía haber hecho un uso interesado comprometiendo a la comunidad mundial, esperó y toleró comportamientos falaces del gobierno del apartheid porque nunca desdibujó el sueño de una convivencia pacífica entre blancos y negros.
Mandela siempre mostró su integridad y su autenticidad como líder. El carácter es algo sobre lo que no podemos engañar a la gente. Ser líder implica que el propósito y la visión debe estar conectada con su propósito personal, y que debe comunicarse y expresarse de un modo que el líder con su mejor talento sepa ganarse a sus pares, a sus colaboradores, a sus jefes para su causa. Sólo desde la integridad y la coherencia personal, ello es posible.
Fuentes: JOHN CARLIN, El factor humano, 2009 – NELSON MANDELA, El largo camino hacia la libertad, 1994 – INVICTUS, Clint Eastwood, 2009
© François Pérez Ayrault 2017
Muy interesante François, da mucho para debatir :-). Habría muchas cosas de las que hablar y hoy destacaría una : el punto de inflexion que provoca «la celda», y cómo ésta puede ser un espacio «de luz» para iniciar cambios, primero a nivel personal, de reflexión y a continuación de acción conectada con propósito. Para ello es necesario también parar y ver desde qué energía estamos liderando. Un bonito mensaje justo antes de irnos de vacaciones ;-). Una invitación a la reflexión y el auto-descubrimiento.
Gracias!
De eso se trata, Teresa, de darnos la oportunidad de que la vida nos interpele, nos lleve a un lugar extremo desde el que poder ver con más luz, con perspectiva, con intención. Luz y oscuridad son anverso y reverso de la misma moneda.
Mil gracias por tu comentario.
La capacidad para afrontar las situaciones más adversas de la vida de forma positiva y aprender de ellas. Nelson Mandela, nos hace pensar en la resiliencia y en llevarla a cabo en muchos ámbitos de la vida. Una estupenda reflexión en estos tiempos que nos toca vivir.
Muchas gracias François!
Me gusta mucho cómo escribes y me gusta el ejemplo que has elegido.
Admiro a las personas capaces de enfocar las situaciones adversas con compasión y de actuar con autenticidad teniendo en cuenta las necesidades de los otros. Eso es sabiduría básica y profunda para mí, y necesitamos mucha en estos tiempos que nos toca vivir. Ojalá cunda el ejemplo!
Y no me refiero a los grandes conflictos del mundo (que también!) me refiero a los más cercanos a nosotros (pareja, hijos, padres, compañeros, jefes, amigos, …)
Un abrazo y felices vacaciones!!!