Lorena, Micaela, Esther, Ana y Encarnación, HEROÍNAS DE LO COTIDIANO, han pasado catorce días en el Ártico, realizando una travesía polar de más de 100 km a pie con temperaturas de -30ºC. El Reto Pelayo Vida Polar 2017, cuyo documental se presentó en Madrid el pasado 30 de enero en el auditorio 400 del Museo Centro de Arte Reina Sofía, es una iniciativa creada en 2015 por el periodista y escritor Eric Frattini con el fin de enviar un mensaje de esperanza a las personas que se ven sacudidos por los estragos del cáncer.

Esta es la singularidad que comparten las cinco mujeres. Han luchado y superado un cáncer. Hay mucho que aprender aquí, mucho que agradecer, pero me voy a saltar la parte de los agradecimientos para centrarme en las posibilidades de aprendizaje.

Padecer una enfermedad de las connotaciones de un cáncer nos predispone. Nos predispone a considerar la posibilidad de irnos. Nos predispone a revisar cómo deberíamos dejar nuestros asuntos en esta vida finita y efímera. Nos predispone a ampliar la mirada sobre lo que nos rodea, muy especialmente sobre las personas a las que amamos. También nos predispone a considerar la sucesión según sea el caso. En suma, nos enfrenta a la posibilidad de vernos cara a cara con la parca y rendirle cuentas. Pero también, y ahí está el aprendizaje, el cáncer nos predispone a dar lo mejor, a presentar batalla contra un enemigo poderoso y letal como pocos. Nos predispone a desafiar los más negros augurios. Nos predispone a abrazar la esperanza y la Fe en los momentos más optimistas y en los momentos en los que se vive con un fuerte sentimiento de derrota. Es una experiencia que saca al héroe que llevamos dentro a luchar en combate singular, en condiciones extremas y con uno mismo como el enemigo a vencer y el aliado en quien confiar.

La experiencia ejemplar de estas mujeres, nos muestra la difícil y compleja disciplina del liderazgo. La recepción de una noticia devastadora, y, como nos muestra el documental, la generosidad con que ellas mismas observan el impacto en sus vidas, en sus familias, y cómo desde el dolor, la verdad y la aceptación, son capaces de construir una vida con propósito. Ellas, desde su experiencia con la enfermedad, y con la travesía por el Ártico como metáfora, construyen un camino de libertad, de amor incondicional, de lucha singular, y son capaces de crear confianza en una armonía convincente que anima a la superación, a que la perseverancia y la determinación son claves críticas para superar un trance extremo. Su ejemplaridad es la expresión más emocionante de un liderazgo que inspira, anima y ofrece esperanza. Vernos en ellas nos desafía a observar las nimiedades de la vida con desapego y displicencia, para ayudarnos a centrarnos en lo que es importante, en construir una vida con propósito sea cual sea la disciplina o desempeño en el que nos apliquemos.

Desde hace tiempo, algo está cambiando en la responsabilidad de las empresas. Que una aseguradora apueste por transmitir un mensaje lleno de intención, esperanza y desafío, dice ya algo que se opone al viejo axioma de la orientación a la maximización del beneficio con el accionista como ídolo al que adorar. Ahora se espera de las empresas que, comprendiendo el valor del accionista y haciéndose acreedores a su confianza, la misión última de cada empresa se oriente hacia su aportación a la sociedad, a la sostenibilidad, a los trabajadores, al cliente. Es el estadio evolutivo del que habla Frederick Laloux en su impecable obra “Reinventar las organizaciones”, del que, por cierto, ha salido la versión ilustrada, un verdadero placer como guía de consulta.

La solidaridad es un valor que une y fortalece, el trabajo en equipo es un recurso tan valioso como escaso al que merece la pena dedicar los máximos esfuerzos, el compromiso y el valor surgen como el resultado de una experiencia extrema que nos descubre facetas ignotas y sorprendentes de nosotros y de los otros. El ejemplo de estas heroínas de lo cotidiano como cita José Boada, presidente del grupo Pelayo, no sólo anima a quienes se ven duramente golpeados por un diagnóstico cruel, nos animan a todos a comprender que cuanto merece la pena en nuestra vida, lo merece porque le precede un notable esfuerzo y una gran dificultad, como lo expresa muy bien Joseph Campbell en su obra “El héroe de las mil caras”.

Felicidades, pues, a Lorena, Micaela, Esther, Ana y Encarnación, HEROÍNAS DE LO COTIDIANO, por su heroísmo, su coraje y su ejemplo, y felicidades a Eric Frattini y al Reto Pelayo Vida por su apuesta por las personas.

© François Pérez Ayrault 2018