Lo que nos salvará de nosotros mismos.
La vasta literatura sobre management no basta para abordar la complejidad de los desafíos que vienen. Leemos velozmente, en diagonal y subrayando frases y párrafos tratando de aprehender algo. Buscamos recursos y aprendizajes que nos capaciten para un liderazgo más efectivo e inspirador. Pero no basta con agregar conocimiento. No es suficiente con saber más. Necesitamos saber cómo aprender. Y sólo un profundo cambio en nuestro sistema operativo interno nos facultará para abordar los desafíos actuales, y los que vendrán. Conceptos como VUCA y BANI nos dan información, pero el mismo concepto en sí no nos provee de herramientas para responder a ello. Solo es información.
La información, el conocimiento, con ser útiles y relevantes, no son suficientes para responder a estos retos. Lo que mejorará nuestra respuesta es atravesar un nuevo umbral de la consciencia.
¿Y cómo elevamos nuestro nivel de consciencia?.
A través de la observación consciente, de la mirada sistémica, de la autocrítica, de la autocorrección, de la autoevaluación. Elevar el nivel de consciencia es desapegarnos de aquellas presuposiciones que limitan nuestro potencial. Es darnos cuenta de cuándo estamos más preocupados por satisfacer las expectativas de nuestro entorno social o profesional que por satisfacer las nuestras de autorrealización. Es hacernos las preguntas correctas, es pasar de preguntarnos “qué se espera de mí”, a preguntarnos, ¿qué espero yo?, ¿qué quiero lograr?, ¿qué quiero llegar a hacer? Es apropiarnos del sentido de nuestro trabajo, no ser meros cumplidores de las tareas que nos son asignadas. Es desarrollar una nueva forma de observar, de aplicar una mirada sistémica de la empresa que comprenda el todo, las partes y las complejas relaciones que se dan.
El conocimiento no es suficiente
En un tiempo condicionado por las disrupciones (tecnológica, geopolítica, económica, social, etc.) necesitamos aumentar nuestro nivel de consciencia para navegar con cierta familiaridad por la incertidumbre y la complejidad. Hasta ahora nos hemos conformado con los patrones heredados, con nuestra experiencia, con el análisis de lo vivido para afrontar las exigencias de un futuro más incierto de lo que lo hemos percibido jamás hasta hoy. Y eso ya no es suficiente.
Las exigencias para una mejor calidad del liderazgo no pasan por nutrirnos de más habilidades o capacidades, sino por acercarnos deliberadamente al límite de nuestra zona de confort, atravesar la zona de pánico y atravesar ese nuevo umbral de la consciencia.
Del homo sapiens al homo dicens
Valga la metáfora de un ordenador, que, para gestionar programas más potentes y complejos, necesita actualizar su sistema operativo. Aumentar nuestra capacidad de gestionar la complejidad es convertirnos en sujetos que “aprenden” de sí mismos, no sujetos que “saben” o sujetos que “son” o experiencias que “fueron”. La sabiduría es conocimiento aplicado, ese es el camino. Aprender a aprender se convierte, así, en una competencia que nos ayudará a abrirnos a lo que el futuro, por más complejo que sea, nos quiera traer.
© François Pérez Ayrault 2021